lunes, 21 de febrero de 2011

El bien está ganando al mal

Hace tiempo, cuando eran tiempos diferentes (a nivel personal), publiqué una entrada en la que describía cómo quería que fueran mis últimos días en este mundo. Me refería en esa entrada a la existencia de una frase que pudiera describir la vida de una persona.

Salto a los hechos recientes, a la actualidad. El mundo está cambiando. No voy a insistir en los mensajes políticos que suelo transmitir acerca de las revueltas que están teniendo lugar y las que quedan (eso quizás mañana). Tampoco voy a profundizar en los avances tecnológicos que siempre trato de recordaros que han cambiado vuestras vidas. Ni en los descubrimientos científicos que se producen a diario (si no me creeis entrad en este portal y mirad las noticias del último par de días, que no tienen nada de especial). Sólo menciono estos campos donde se ve una mejoría clara. Pero hay otros campos, que habrá quien no esté de acuerdo en que están mejorando: el arte, el nivel de vida, la desaparición de la intolerancia racial, sexual e incluso, me atrevería a decir, religiosa. Estos son campos que avanzan mucho más lento, pero avanzan.

Como dice este vídeo:


vivimos en tiempos exponenciales. Quiere decir que el cambio se produce, y se produce a un ritmo cada vez más rápido. Mientras la ciencia y la tecnología están en una fase de crecimiento vertiginoso, la política está entrando ahora en una fase de cambio cada vez más acelerado. En breve escucharemos hablar de cambio exponencial. Y así, cualquier campo en el que se pueda hablar de progreso (prácticamente en todos los aspectos sociales). Y es sorprendente que éste progreso exponencial es extremadamente estable, se mantiene en crisis, guerras o épocas doradas.
Otro ejemplo recurrente es el crecimiento de la población. Cuando yo nací (1986), en el mundo había 4960 millones de personas. Hoy (2011) hay 6900 millones de personas. Hubo un tiempo en que toda la población humana era de unos 15000 . No, no 15000 millones, 15000 a secas. Es decir, 133 veces menos que los 2 millones de personas que celebraban la salida de Mubarak en la plaza Tahrir.

A largo plazo, el mundo está avanzando hacia un futuro mejor. Y el progreso, en todos sus campos, es imparable. Pero, ¿por qué vivir con la esperanza de un mañana mejor? ¿Por qué no disfrutar del hecho de que todo esto está pasando hoy?

Como en todo, habrá quien no crea lo que digo, que piense que alguna catástrofe acabará con todo esto (honestamente, la mayoría de las personas con las que hablo de estos temas). Pero no se trata de una cuestión de fé, sino de observar los datos.

Volviendo a mi frase. Yo creo que el progreso (científico, tecnológico, político, social ...) lleva en definitiva a un mundo mejor, y en el futuro, "el bien ganará al mal". Pero este progreso está pasando hoy, y eso es grande. Es lo más bello de vivir en estos tiempos exponenciales. Mi verdad es que "el bien está ganando al mal". Esa es la frase que creo que orientará mis pasos en los años venideros. Esa es la frase que quiero que se conserve de mí, aun cuando todo lo demás desaparezca.

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