viernes, 21 de diciembre de 2007

Conocer mundo

Nueva York, Washington, Toronto, México DF, Managua, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Buenos Aires, Ciudad del Cabo, Nairobi, Kampala, Dakar, Argel, Cairo, Madrid, Málaga, Lisboa, París, Berlín, Londres, Dublín, Oslo, Copenhague, Helsinki, Tallin, Riga, San Petersburgo, Moscú, Kiev, Ankara, Beirut, Jerusalén, Amman, Baghdad, Riyadh, Abu Dhabi, Dubai, Teheran, Islamabad, Nueva Delhi, Bangok, Kuala Lumpur, Jakarta, Manila, Taipei, Hong Kong, Pekín, Shanghai, Seúl, Tokio ....

No importa dónde hayas estado. No conocerás mundo si nunca te has preguntado "¿A dónde lleva ese camino?"...

jueves, 13 de diciembre de 2007

Miopía

Las nubes de colores están por todas partes. Algunas, dotadas de vida propia, se mueven de un sitio a otro, irregulares, impredecibles, a veces mudas, a veces locuaces. Algunas van en grupos, otras separadas, algunas me siguen, otras se interponen en mi camino. Algunas son enormes, tienen agujeros por los que se asoman, entran y salen las nubes vivas. Algunas están cerca, otras lejos, algunas con los pies en el suelo, otras volando en el cielo, anunciando la lluvia.
Y en toda esta nubosidad, en toda esta niebla, de repente apareció una cara con los bordes definidos y perfectos. Unas curvas bien dibujadas y precisas, todo un sueño que adquiría una realidad más real que la incertidumbre de las nubes.
¿De quién eran esos ojos marrones y nítidos que me miraban? ¿Quién era esa que no era una nube? Apareció de repente en un lugar que no supe distinguir, pues mis recuerdos son un poco borrosos. Pero cada línea de su faz atravesó mi cristalino y quedó gradaba en mi mente. Y al rato desapareció, de la misma forma rápida y nítida en que llegó.
Sólo entonces me dí cuenta de que el mundo no era un lugar borroso. Era yo el que veía mal. Sólo entonces supe que tenía miopía. Y me pusieron gafas.
Luego, dotado de una mejor vista, la busqué. Pero nunca más apareció. ¡Cómo lo iba a hacer entre tanta gente! Antes el mundo era un lugar más tranquilo; las nubes, yo. Luego ella. Y cuando no quería nadie más, de repente salieron todos de sus escondites borrosos. Personas, perros, gatos, coches, edificios, autobuses, trenes, más personas. ¡Mierda! A veces para ver lo importante es imprescindible no conocer todo lo demás.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Montados en una bomba

Hace falta valor, con todas sus letras, para entrar en una cabina de pocos metros cúbicos, en la cumbre de una torre de más de 100 metros de altura, cargada por completo con explosivos; algo más de dos millones de kilogramos de explosivos.
Estos datos corresponden a los cohetes Saturno V, usados en los años 60 para transportar tres personas hasta la Luna.
La llegada a la Luna fue uno de los grandes logros de la humanidad. Es la mayor demostración de nuestra ciencia y tecnología, y de lo que somos capaces de hacer como especie. Aquel día se demostró que la Humanidad no estaba condenada a desaparecer destruida por sí misma; que era capaz de salir fuera, explorar, expandirse.
Hay quien dice que el dinero invertido en los viajes espaciales es un malgasto puesto que la gente se muere de hambre en el tercer mundo. En mi opinión, este proyecto, aunque sólo consista en mandar un hombre a pasear a la Luna y volver, sin añadidos, merece una inversión. Mucho más que la ingente cantidad de dinero que se invierte en el mundo en religión, armas, burocracia ... Dinero hay, lo que pasa es que se despilfarra en tonterías.
Todo esto lo cuento para recordar lo que la ciencia, la tecnología y en general, el conocimiento, son unos bienes que debemos cuidar porque son de todos nosotros. El proyecto Apollo no es un logro sólo de EEUU. Es un logro de la humanidad. Sin embargo, los imbéciles del mundo se unen y despotrican contra él por el mero hecho de haber sido financiado por EEUU. Y peor aún son aquellos que lo ponen en duda. Un esfuerzo titánico, puesto en duda por una serie de pruebas que se caen por sí solas, o por creencias sin ningún tipo de fundamento.
Así visto, está muy justificada la respeusta que dio Buzz Aldrin a un individuo que llegó hasta él con una biblia en la mano diciendo reiteradamente "Jure por Dios que estuvo ahí". Su respuesta fue un puñetazo en la cara.