sábado, 30 de septiembre de 2006

Desde que no sé dónde estás

Un día aparecesite en mi vida. Te presentaste por sorpresa, como la mayoría de los eventos que cambian la vida de uno. Me arrancaste lo que necesitaba para vivir, y sin más, te marchaste. Desde ese día, mi mundo está vacío. Ya no puedo hablar con nadie, mi mundo está mudo. Me has robado el alma. He perdido infinidad de imágenes felices de mi pasado. Me has robado mi pasado. ¿Cómo pudiste, con esa sangre fría, arrancarme la voz? ¿Cómo pudiste salir corriendo, para no volver nunca más? Por eso ahora, mientras lamento no haber anotado en un trozo de papel mi número de IMEI, sólo me queda maldecirte desde lo más profundo de mi ser mientras en mi cabeza resuena ..... ¡DEVUELVEME EL MÓVIL, CABRÓN!

martes, 26 de septiembre de 2006

Ante la adversidad

Ante la adversidad, la tortuga esconde la cabeza, y así, la conserva. Ante la adversidad, la gacela escucha, otea el horizonte, y cuando ve, huye; y así logra sobrevivir aunque sólo sea un día más. Ante la adversidad, el toro embiste y empitona, y así, conserva las dos orejas y el rabo. Ante la adversidad, el león se crece, ataca antes de ser atacado, y así conserva sus dominios.
Ante la adversidad, el hombre se rinde, así puede verse derrotado y tiene penas que lamentar. Ante la adversidad, el hombre olvida su conciencia, abraza la embriaguez, para así no sentir que la derrota lo devora. Ante la adversidad, el hombre sucumbe a la barbarie, para así saciar su sed de sangre. Ante la adversidad, el hombre no huye, espera que la muerte decida por él.

(De mi antiguo blog)

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Equipaje ligero

Un buen día, llegué al mar. Y me embarqué. Durante varios días y noches, vagué a la deriva entre las olas, allá donde el agua es el enemigo, pero el único que no te abandona en todo el viaje. Y tú estabas allí.

Toqué tierra, y seguí andando hasta que ví que mis pies se hundían en la arena clara y seca. Estaba en el desierto. Allá donde el sol siega la vida, y siembra el silencio. Y tú estabas allí.

Me perdí entre las dunas, y cuando me volví a encontrar, estaba en una enorme llanura, poblada de arbustos hasta el horizonte. La vida dormía, protegiéndose del calor de la mañana. Estaba en la sabana, allá donde la muerte es la única garantía para la vida. Y tú estabas allí.

Sobreviví, y seguí sobreviviendo hasta que bajé la guardia, pero pronto me puse de nuevo; estaba en el lugar más verde que te puedas imaginar. Allá donde las voces no callan ni de día ni de noche. Te sobrevuelan, te rodean, pasan por debajo de tí... Hoy devoras y mañana eres devorado. La selva. Y en todo aquel escándalo... tú estabas allí.

Salí de ella, magullado pero entero, y con fuerzas para seguir andando.

Y un buen día, llegué al mar. Pensé, que ya que había llegado hasta allí, daría un paso más, y seguiría adelante. De nuevo, me rodeé de agua y desafié a Neptuno. Él me lanzó tormentas, rayos y olas, pero no me venció. Finalmente me detuvo con enormes barreras de hielo. Me sometió poco a poco, y al final, ya no había más que hielo. Estaba en el polo, allá donde hasta el tiempo se congela, y no pasan ni los días ni las noches. Y tú, estabas allí.

En aquellos caminos muertos, vi hielo de todas las clases; piedras, montañas, liso, rugoso, polvoriento, rocoso, frío, ... más frío todavía.

Y un buen día, llegué al mar. Esta vez no estaba en mis manos elegir, tuve que dar el salto.

Y cuando caí, caí sobre unas montañas muy altas. Seguí en ellas hasta que pasó bastante tiempo, y se acumularon bajo mis pies bastantes kilómetros. Sólo me perturbó una brisa que se convirtió en viento, y luego en tormenta. En la tierra de los huracanes, aprendí a volar... Y tú estabas allí.

Recuperé la conciencia y noté movimiento. Me ví de nuevo en un barco, pero esta vez navegando río abajo, dejándome llevar por la corriente. Aquel viaje, todo un descanso, duró varios días. Y al final, llegué al mar ...

Estuve en muchos lugares más; junglas, salares, volcanes, glaciares, fiordos, cabos, islas, lagos ... Y tú siempre estabas allá donde iba.

¿Mi equipaje? Perdí muchas veces el que llevaba en la mano; pero el que llevaba en la cabeza, siempre estaba allá donde iba.

domingo, 17 de septiembre de 2006

A todos nos pasa alguna vez

Iba hacia la estación del tren, cuando escuché una explosión frente a mí. Miré en la dirección de la que venía, y vi a alguien desplomarse a unos veinte metros de mí. Varias personas corrieron a socorrerle, pero todos se retiraron cuando el primero que llegó gritó "Le ha reventado la cabeza". Entonces todos seguimos nuestros caminos, en parte horrorizados por el espectáculo al que acabábamos de asistir, en parte indiferentes porque sabíamos que estas cosas son normales. Simplemente suceden. Bajé las escaleras, recorrí el pasillo, compré el billete, pasé por el torniquete y me senté a esperar el tren.
¡Te recordaremos, seas quien seas! Sobre todo cuando nos reviente la cabeza a nosotros, pues sabemos que al final la nuestra sucumbirá, como la de aquel hombre cuya cabeza dijo "HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO" en plena calle.

martes, 12 de septiembre de 2006

Primero, conseguiste calentar y alumbrar tus noches, pero pronto aprendiste a matar con aquello que cocía tu comida. Luego, aprendiste a viajar rápido, y lejos, y luego volver a casa; pero saliste nuevamente a conquistar, a someter, a invadir. Seguiste aprendiendo, y aprendiste a intercambiar unos bienes por otros, pero viste que era más fácil hacerlo por engaños, por trampas. Después, alumbraste la fé y las esperanzas en los corazones de tus semejantes, pero pronto encendiste el odio, la ira, la intransigencia. Más tarde, retaste a las olas y a las tormentas, pero volviste con una captura de muerte, de esclavismo y de robo. Mucho más tarde aún, comprendiste que tenías el poder de transformar los frutos generosos de la Naturaleza en lo que necesitaras o quisieras; y tú quisiste un medio para matar al prójimo, o necesitaste uno para defenderte de él. Te libraste de las ataduras del suelo, y cuando llegaste muy alto, encontraste un lugar desde donde descargar tu ira. Calculaste que era posible sacar lo más potente de lo más pequeño, y con ello te armaste, hasta tener el poder de destruir tu mundo varias veces.
Eres capaz de lo mejor, pero siempre encuentras una forma de usarlo para hacer lo peor. En tí está la bondad, pero aún no le has encontrado un uso.

martes, 5 de septiembre de 2006

Los seis pasos para conocer a Emil


A menudo habreis oido decir eso de que "el mundo es un pañuelo". Pues bien, lo es. Y lo es porque, en potencia yo conozco a todos vuestros conocidos, y todos vuestros conocidos me conocen a mí. A la vez, vosotros conoceis a todos mis conocidos, y todos mis conocidos os conocen a vosotros. Todos estamos a un paso de conocernos. Ese paso intermedio entre yo y vuestros conocidos, sois vosotros, y yo soy el paso entre vosotros y los míos.

Además, cada uno de nuestros conocidos tendrá un conjunto de conocidos, y para llegar a alguien que esté dentro de ese conjunto, habría que dar dos pasos. Sucesivamente, en cada paso, la cantidad de personas que podemos concer crece de modo exponencial.

Pues bien, existe una teoría, llamada la "Teoría de los seis grados de separación", que sostiene que entre dos personas del mundo existe como máximo una cadena de 4 intermediarios. Esto es, tú conoces a alguien, que conoce a alguien, que conoce a alguien, que conoce a alguien que conoce a cualquier persona del mundo que te imagines; famoso o no, importante o no, de cualquier lugar del mundo.

Se ha intentado probar esta teoría, y entre los muchos experimentos (hay que decirlo, muchos de ellos fallidos, aunque los resultados no dejan indiferente) sorprende uno que consistía en dar un paquete a un individuo. Este paquete tenía un destinatario en un país determinado del mundo. Se le pedía al sujeto que enviara el paquete a alguien que conociera y que pensara que podría tener algún tipo de contacto con el destinatario. Resultado: la media de pasos (incluyendo origen y destinatario) que siguieron los paquetes que llegaron fueron 6.

Un juego derivado de esta teoría es el llamado "Los seis grados de Kevin Bacon". Consiste en tomar un actor cualquiera de la historia del cine, y relacionarlo con Kevin Bacon. Para ello se define su "Número Bacon". Por ejemplo, el Chiquito de la Calzada actuó en "Franky Banderas" con Simon Andreu, que actuó en "Bridget Jones: Sobreviviré" con Colin Firth, que actuó con Kevin Bacon en "Where the Truth Lies". Por lo tanto, el número Bacon del Chiquito de la Calzada es 3. Es muy raro encontrar actores cuyo número Bacon sea mayor que 5. El número Bacon medio (entre casi un millón de actores) es de 3.

Este comportamiento, también llamado "Fenómeno del mundo pequeño", aparte de anecdótico, explica muchos fenómenos (transmisión de enfermedades) y puede ser útil (por ejemplo, en el estudio de redes de telecomunicación).

Por supuesto, esto es sólo una teoría. Hay muchos argumentos en contra (quizás más que a favor), pero no deja de ser una visión seductora de nuestro pequeño mundo.

Resumiendo, existen seis pasos (cuatro intermediarios) entre cualquier par de personas en el mundo. Visto desde otro punto de vista, sólo hacen falta seis pasos para conocer a Emil. ¿A qué Emil? A cualquier Emil.

Links:

Para conocer los números de Bacon del actor que querais: http://oracleofbacon.org/

Los seis grados de la Wikipedia: Indica los grados de separación entre dos artículos de la wikipedia: http://tools.wikimedia.de/sixdeg/index.jsp

Una historia real


Aunque esta parezca otra de mis (demasiado) numerosas historias inventadas que tienen como escenario el tren, no lo es. Sí, se desarrolla en el tren, pero esta vez es real. Es la historia de una carcajada.

El tren de las 10 paró en Plaza Mayor, y allí subieron varias personas. Destacadas, un grupo de chicas que, por qué no decirlo, llevaban su puntillo... Hablaban y reían. Y entre esas chicas que destacaban, había una que destacaba aún más. Su risa era la que más se oía. Era una risa aguda y muy "potente". Al principio era bastante molesto, y no paraba. Yo me puse los cascos, para evitar aquella taladrante carcajada. Pero "Losing my Religion" de REM se demostró incapaz de imponerse al volumen de aquella impresionante garganta. Poco a poco, todo el vagón empezó a mirar en la dirección del jaleo, con cara de disgusto o hasta asco. Pero ella seguía. En frente de mí había una señora, que empezó a sonreír. Yo le devolví una sonrisa cómplice, a lo que ella empezó a reirse discretamente. Otro hombre que estaba sentado en la fila de tres asientos, al verla, comenzó también a reirse, y me contagió la risa a mí. En pocos segundos las personas de los asientos cercanos también estaban afectadas. La ola llegó hasta la chica que lo había empezado todo, lo cual, a su vez, le hizo más gracia, con lo que la risa ruidosa pasó a ser una risa que no sabría cómo describir. ¿Explosiva? ¿Histérico-maniática? Eso destrozó las defensas de la gente que aún no había cedido a la risa. Cuando llegamos a Torremolinos, hasta el maquinista se asomó, con cara de sorpresa, pero no tardó en formar parte de la particular fiesta. En la siguiente parada, el grupito se bajó, y nuevamente todas las miradas fueron para ellas. Finalmente volvió a reinar la calma, y cada uno volvió a lo suyo. "Losing my Religion" había dejado de sonar hacía ya un buen rato, pero no me había dado cuenta.

Y es que a veces pasan cosas extrañas. Y no siempre tienen por qué ser negativas, puede tratarse de un montón de gente que no se conoce de nada, sumergida en una carcajada espontánea y multitudinaria por algo que nadie sabe bien de qué se trata.