lunes, 29 de octubre de 2007

Los que se quedan

Decía Isaac Asimov que la vida es agradable, la muerte tranquila, pero que lo malo es la transición.
Yo creo que se olvidó de un tercer aspecto. Una persona tiene parte de su existencia en la conciencia de los que rodean y en los sentimientos de aquellos que les quieren.
Cuando una persona se va, esa transición sucede también en esa parte en las conciencias y en la existencia de los que le rodean. Pero en tal caso esa transición puede ser muy traumática.
Años después del suceso, de vez en cuando la memoria nos devuelve a ese momento de transición, los momentos de horror e incredulidad, y notamos entonces que las cosas han cambiado mucho a raíz de eso. Como una piedra que cae en un estanque, la muerte de una persona perturba la vida de los que le rodean. Las ondas siguen ahí, mucho después de que la piedra haya tocado el fondo.
Al final lo que queda de la persona es lo que los demás recuerdan de ella en vida. Eso debe ser el paraíso, vivir en los recuerdos, en los sentimientos de los seres queridos, para siempre. Ir con ellos donde ellos vayan, hablar con ellos en los sueños. En sí, es una forma de vida, quizás no consciente, pero por lo demás, completamente funcional.

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Por qué la Ley de Memoria Histórica hace que nos olvidemos de cosas?

Hace 80 años, que no son pocos, hubo una horrible guerra en España. Una sublevación militar acabó con un gobierno establecido, legítimo, pero tremendamente problemático. Si no hubiera sido por el golpe militar, se habría ido al garete de cualquier otro modo.
Pero no voy a entrar en esa discusión. Como digo, es algo que sucedió hace 80 años. No podría dar una opinión válida, pues por aquella época el mundo era un lugar muy diferente. Estados Unidos estaba encerrado en sí mismo con la Doctrina Truman, el nacional-socialismo (la doctrina de Hitler), el fascismo y el socialismo amenazaban a la democracia, refugiada en el Reino Unido. Ciertamente, dar un juicio moral sobre cualquier cosa sucedida en aquel mundo desde mi cómodo asiento en el mundo en que una noticia tarda milisegundos en cruzar el planeta, es una insensatez. Es la diferencia entre "historia" y "política".
Por eso digo, me parece muy bien que haya gente que le hubiera gustado que la República ganara la Guerra Civil, que insistan en que eran moralmente superiores y todas esas historias. Lo que ya no me parece bien, es que desahoguen sus frustraciones invirtiendo dinero público. Indirectamente, nos está señalando a todos como responsables de la falta de reconocimiento del bando republicano; y resulta que yo no soy responsable de algo que sucedió hace 80 años. ¿Por qué debería pagar por ello?A mí que no me señalen, yo soy inocente. Pagar a la Iglesia es opcional, eso me parece muy bien y estoy a favor; pero ¿por qué no debe ser opcional pagar por todos los proyectos del Gobierno que no me interesan?
Ahora bien, todo esto que digo, no justifica el título de esta entrada. Como digo, estamos en un mundo que se califica como "Aldea Global". No hay países lejanos, no hay gente rara, cualquier cosa que suceda en cualquier lugar a cualquier persona nos afecta a todos. Por eso pregunto yo ¿es que no hay suficientes problemas, no ya sólo en España, sino en el mundo como para preocuparnos de algo que sucedió hace 80 años?
Sería mucho más razonable que los diez minutos por edición de Telediario que se lleva la Ley de Memoria Histórica, se dedicaran a recordarnos la Crisis de Darfur, por ejemplo, que está sucediendo mientras escribo esto y lamentablemente seguirá sucediendo mientras tú lo lees.
¿Por qué debemos recordar que Eleuterio Gómez (nombre inventado, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad) murió en una trinchera (matando a otras personas; por muy republicano y de izquierdas que fuera, a una guerra se va a lo que se va) y fue olvidado, y no recordar que aún podemos salvar la vida de Samira, una refugiada sudanesa que malvive en un campo de refugiados? ¿O es que la Ley de Memoria Histórica pretende que la vida de un español muerto hace ochenta años vale más que la de una sudanesa que seguramente morirá si el mundo no hace nada? ¿No es cierto que la Ley de Memoria Histórica es la Ley del Olvido del Presente?
Y eso por no hablar del dinero. ¡Cuánto bien podría hacer al mundo el dinero tirado en renombrar calles y tirar estatuas, en acabar con los restos históricos para reescribir la Historia! No quiero que mi dinero se invierta en eso, pero estaría dispuesto a dar el doble o más si supiera que ese dinero aliviará el sufrimiento presente y real de mis vecinos de la Aldea Global.
Con el Google Earth puedo ver los patios de sus casas (probadlo, Darfour viene destacado en Google Earth). Es evidente que están más cerca de mí que Eleuterio Gómez, en Paz descanse. Es evidente que su sufrimiento me afecta mucho más.
¿No es momento de dejar de gastar energías en debates que no llevan a ningún sitio (si en el Parlamento hablaran del olor de las nubes, serían igual de productivos que ahora y además, sin crispación) y tomar conciencia que vivimos en un mundo donde no estamos solos, donde la política es política internacional y no sólo interna? Quizás es que a más de un político le falta la capacidad intelectual necesaria para comprender cómo funciona un mundo globalizado.
O eso, o es que no acepta la Globalización, y prefiere separarlo en parcelas comunicadas sólo mediante una Alianza de Civilizaciones, sea lo que sea eso.

jueves, 4 de octubre de 2007

El camino de Valentina

- No estes tan serio tío, es Sábado noche.
Incluso en situaciones así era capaz de mantener el optimismo. Eso me terminaba de impresionar. Le dediqué una sonrisa.
- Si a ti no te importa, supongo que no debería importarme a mí tampoco.
- Claro que no
- Al menos sabemos que alguien por ahí se dará una fiestecita con tu dinero. Alegrémonos por él.
De nuevo soltó esa sonrisa forzada y a la vez natural, que tan contagiosa resultaba. Mis intenciones de consolarla se desmoronaban ante la ausencia de desconsuelo; no me dejaba margen para las caballerosidades.
- Bueno, al menos yo gano algo.
- ¿Ah sí? Qué ganas tú con que a mí me hayan robado todo. Mira que estabas cayendo bien...
- Llevas todo el día rechazando mis invitaciones. Ahora no te queda más remedio.
Cruce de miradas, silencio instantáneo y una carcajada.
- Vale, tu ganas.
- Yo siempre gano nena.
- No estés tan seguro.
Eso último no sabía si era bueno o malo, así que cambié el curso de la conversación.
- Y ¿sabes qué?
Hizo el gesto de preguntar "¿Qué?"
- Que tu y yo nos vamos a pegar una juerga más grande que el que te ha robado el bolso. Vamos a hacerle la competencia. ¿Qué, te apuntas?
No respondió, pero la expresión era de "veamos cómo te comportas". La noche iba a ser dura, muy dura...