jueves, 4 de octubre de 2007

El camino de Valentina

- No estes tan serio tío, es Sábado noche.
Incluso en situaciones así era capaz de mantener el optimismo. Eso me terminaba de impresionar. Le dediqué una sonrisa.
- Si a ti no te importa, supongo que no debería importarme a mí tampoco.
- Claro que no
- Al menos sabemos que alguien por ahí se dará una fiestecita con tu dinero. Alegrémonos por él.
De nuevo soltó esa sonrisa forzada y a la vez natural, que tan contagiosa resultaba. Mis intenciones de consolarla se desmoronaban ante la ausencia de desconsuelo; no me dejaba margen para las caballerosidades.
- Bueno, al menos yo gano algo.
- ¿Ah sí? Qué ganas tú con que a mí me hayan robado todo. Mira que estabas cayendo bien...
- Llevas todo el día rechazando mis invitaciones. Ahora no te queda más remedio.
Cruce de miradas, silencio instantáneo y una carcajada.
- Vale, tu ganas.
- Yo siempre gano nena.
- No estés tan seguro.
Eso último no sabía si era bueno o malo, así que cambié el curso de la conversación.
- Y ¿sabes qué?
Hizo el gesto de preguntar "¿Qué?"
- Que tu y yo nos vamos a pegar una juerga más grande que el que te ha robado el bolso. Vamos a hacerle la competencia. ¿Qué, te apuntas?
No respondió, pero la expresión era de "veamos cómo te comportas". La noche iba a ser dura, muy dura...

1 comentario:

Israelem dijo...

No es mal comienzo, tendrá continuidad esta historia ¿no?