lunes, 29 de octubre de 2007

Los que se quedan

Decía Isaac Asimov que la vida es agradable, la muerte tranquila, pero que lo malo es la transición.
Yo creo que se olvidó de un tercer aspecto. Una persona tiene parte de su existencia en la conciencia de los que rodean y en los sentimientos de aquellos que les quieren.
Cuando una persona se va, esa transición sucede también en esa parte en las conciencias y en la existencia de los que le rodean. Pero en tal caso esa transición puede ser muy traumática.
Años después del suceso, de vez en cuando la memoria nos devuelve a ese momento de transición, los momentos de horror e incredulidad, y notamos entonces que las cosas han cambiado mucho a raíz de eso. Como una piedra que cae en un estanque, la muerte de una persona perturba la vida de los que le rodean. Las ondas siguen ahí, mucho después de que la piedra haya tocado el fondo.
Al final lo que queda de la persona es lo que los demás recuerdan de ella en vida. Eso debe ser el paraíso, vivir en los recuerdos, en los sentimientos de los seres queridos, para siempre. Ir con ellos donde ellos vayan, hablar con ellos en los sueños. En sí, es una forma de vida, quizás no consciente, pero por lo demás, completamente funcional.

No hay comentarios: