miércoles, 8 de octubre de 2008

La navaja

- ¿Y esto?

-Es un regalo

Su cara era la habitual de resentimiento; pero mezclada con algo de compasión y arrepentimiento a la vez. Una curiosa mezcla para una curiosa situación. Observé en silencio lo que me había dado; con cara de no entender.

-Creo que he sido injusta contigo, y ya sabes que no soy muy buena explicándome. Así que pensé que esta era una buena forma de ... hacer las paces.

-Ah ... ¿pero, estuvimos en guerra?

-Bueno, ya sabes... no es que nos quisiéramos... había mal rollo; en parte por mí, pero también es que tú ...

-Esta bien, acepto. Haya paz y nos olvidamos de todo. ¿Te apetece tomar algo?

-Tengo que irme

A partir de aquí, la conversación se resumió en formalidades vacías de contenido. Ese vacío conversacional que desea quien se siente vencido y acepta quien no entiende qué carajo está pasando.

¿Un regalo? Sin envoltura, entregado en mano sin previo aviso, sin un hola; si acaso anunciado por una mirada penetrante y extraña... Y más ¿qué tipo de persona hacía ese regalo? ¿con qué intenciones? ¿qué tenía que ver aquello con hacer las paces? ¿por qué hacer las paces, si ella me odiaba y a mi ya me daba igual? Llevaba semanas sin hablarme, mirando desde la distancia, llena de odio y furia... Y ahora esto. No entendía nada. Era algo bastante surrealista; por dos minutos, había salido de este mundo; y a la vuelta no podía asegurar que lo sucedido no era producto de mi imaginación. ¿O sí? Si no, ¿cómo había llegado aquella navaja a mi mano?

No hay comentarios: