jueves, 9 de octubre de 2008

La navaja 2

Es una sensación que no se puede entender. Quien no está dentro, no puede llegar a imaginar, y por tanto recurrirá al desprecio. Es lo natural. Quien está dentro, no puede llegar a sentirlo, porque está demasiado ocupado buscando el siguiente viaje, desesperadamente, instintivamente. Es lo natural. La naturaleza es cruel.

Nunca me había visto haciendo tal cosa; pero ahora no me veía haciendo nada. Sólo necesitaba dinero. A cualquier precio; necesitaba dinero. Y la solución había brillado por sí misma. La luz del sol se reflejaba en la navaja y me deslumbraba. Esto me despertó. La cama en la que soñaba que dormía desapareció, y en su lugar, el suelo de la estación central de autobuses. Observé la navaja, y en ella ví algo más que un molesto reflejo. O que un regalo que, un par de años atrás no había entendido. O un valioso instrumento de supervivencia. Ví una fuente de ingresos financieros. ¿Qué? No era mi culpa, necesitaba ese dinero tanto como cualquier otro. Quizás más, porque no tenía absolutamente nada. Tomé mi decisión; desayuné las sobras de la cena, me armé de valor, y me armé con la navaja.

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