martes, 5 de septiembre de 2006

Una historia real


Aunque esta parezca otra de mis (demasiado) numerosas historias inventadas que tienen como escenario el tren, no lo es. Sí, se desarrolla en el tren, pero esta vez es real. Es la historia de una carcajada.

El tren de las 10 paró en Plaza Mayor, y allí subieron varias personas. Destacadas, un grupo de chicas que, por qué no decirlo, llevaban su puntillo... Hablaban y reían. Y entre esas chicas que destacaban, había una que destacaba aún más. Su risa era la que más se oía. Era una risa aguda y muy "potente". Al principio era bastante molesto, y no paraba. Yo me puse los cascos, para evitar aquella taladrante carcajada. Pero "Losing my Religion" de REM se demostró incapaz de imponerse al volumen de aquella impresionante garganta. Poco a poco, todo el vagón empezó a mirar en la dirección del jaleo, con cara de disgusto o hasta asco. Pero ella seguía. En frente de mí había una señora, que empezó a sonreír. Yo le devolví una sonrisa cómplice, a lo que ella empezó a reirse discretamente. Otro hombre que estaba sentado en la fila de tres asientos, al verla, comenzó también a reirse, y me contagió la risa a mí. En pocos segundos las personas de los asientos cercanos también estaban afectadas. La ola llegó hasta la chica que lo había empezado todo, lo cual, a su vez, le hizo más gracia, con lo que la risa ruidosa pasó a ser una risa que no sabría cómo describir. ¿Explosiva? ¿Histérico-maniática? Eso destrozó las defensas de la gente que aún no había cedido a la risa. Cuando llegamos a Torremolinos, hasta el maquinista se asomó, con cara de sorpresa, pero no tardó en formar parte de la particular fiesta. En la siguiente parada, el grupito se bajó, y nuevamente todas las miradas fueron para ellas. Finalmente volvió a reinar la calma, y cada uno volvió a lo suyo. "Losing my Religion" había dejado de sonar hacía ya un buen rato, pero no me había dado cuenta.

Y es que a veces pasan cosas extrañas. Y no siempre tienen por qué ser negativas, puede tratarse de un montón de gente que no se conoce de nada, sumergida en una carcajada espontánea y multitudinaria por algo que nadie sabe bien de qué se trata.

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