jueves, 12 de enero de 2006

Una mañana de estas ...

Hoy desperté recordando que olvidaba algo. No sabía de qué se trataba. Desayuné con esa extraña impresión clavada en cada bocado de comida. Y la sensación seguía ahí mientras me estaba vistiendo. Antes de salir de casa comprobé que todo estuviera en su sitio. ¿La cartera? La llevaba, y dentro de ella el billete del tren, del autobús y el dinero suficiente. ¿Las llaves? Estaban en su sitio; no me quedaría en la calle ni moriría de frío en la misma puerta de mi casa... Y así, comprobé que todo estaba en orden; el gas estaba cerrado, las luces apagadas, los grifos cerrados ... Bajé las escaleras a tientas, palpando con las manos las paredes, y tropezando continuamente, llegué a la estación, y poco después subí al tren, con esa sensación aún rondando mi cabeza... ¡Un momento! Se me hizo la luz. Siempre me decían que algún día me iba a pasar, y hoy por fin pasó; me dejé la cabeza en casa.

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