domingo, 22 de enero de 2006

Un viaje normal

Comienza a moverse, imperceptible. Deja atrás, centímetro a centímetro las piedras del camino. Luego, metro a metro, abandona la estación, kilómetro a kilómetro, cada vez más rápido. Ante mí el paisaje comienza a pasar, como un cuadro animado. Intento sumergirme en él, eliminar el marco y atravesar el lienzo de cristal.
De repente estoy fuera, corriendo a 100 km/h sobre una alfombra de piedras, traviesas y acero. Y ahora dejo de pisar el suelo y vuelo a metro y medio de altura. Pero poco a poco me desvío, y puedo dejar de seguir la vía, puedo volar a donde yo quiera, subir o bajar tanto como yo quiera.
Siempre he querido llegar hasta las nubes, y ahora nada me lo prohíbe. ¡Allá voy!
Mas algo ha fallado a medio camino. Caigo. Caigo rápido. Caigo cada vez más rápido. El suelo está a pocos kilómetros, a pocos metros y ahora a un par de centímetros. Todo negro.
Y todo sigue negro, pero estoy vivo, sentado en el suelo y con la espalda apoyada a una pared. Sólo puedo ver un piloto rojo en la pared de enfrente. Me levanto y presiono el botón sobre el que luce el piloto. Y se enciende la luz cegadora de una bombilla de 60 W.
Estoy en una habitación llena de objetos, con dos estanterías para dar algo de orden al desorden. Y a mi lado hay una puerta, que supongo que será la salida. Como no encuentro nada de interés en la habitación, saldré. Por cierto ... ¿dónde demonios estoy? ¿y cómo he llegado aquí? Atravieso la puerta, y veo el símbolo de RENFE en el pasillo al que se abre. En la puerta que acabo de atravesar leo un cartel que pone "Objetos Perdidos"

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