Y nunca es suficiente. Llegadas las tantas de la madrugada, me pueden el cansancio y el sentido común, pero no la satisfacción. Me duermo con la extraña sensación de dejarme algo, de olvidar algo importante. Hay algo que debí hacer, o decir, que habría contribuido sensiblemente a cambiar las cosas. Y cada mañana me despierto con la extraña sensación de que llegada la noche, algo habrá cambiado; de que por fin daré con la tecla.
Pero pasan las horas y no... no encuentro ese algo. Llega la noche y sigo sin encontrarlo. Y busco más desesperadamente. Pero una vez más, vuelvo a la cama y sueño. Mi cuerpo descansa, pero mi espíritu cada día está más cansado.
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