miércoles, 20 de abril de 2011

Insomnio

Esta es la entrada número 200 de Vive Libre o Muere. Creo que refleja bien el espíritu de mi blog: caótico, improvisado y sin mucho sentido.


No puedo dormir. Doy una vuelta, doy otra. Intento no pensar, intento pensar en cosas sin sentido. Pero no puedo. Todo es coherente. Todo tiene conexión. Todo tiene continuidad. La luz que se filtra por la persiana ilumina el techo, ilumina los espejos, ilumina las arañas. Ando una manzana y dos. El ruido que se filtra por las ventanas es de una moto pasando, un coche pasando, el camión de la basura parando. No puedo dormir. Me levanto, voy a la cocina y enciendo la luz. Y abro el frigorífico. No queda más comida, ya la he terminado en mis viajes anteriores, pero no me acordaba. Abro el armario de los cereales, pero sólo queda algo de ron barato. Es algo. Vuelvo a la cama. No puedo dormir. Todos los niños ahora me rodean con sus miradas perdidas. No puedo dormir. Doy más vueltas, y más, y más ... Tengo calor, retiro las sábanas. Tengo frío, me las vuelvo a echar encima. Doy otra vuelta. Tengo calor, me quito las sábanas de una patada. Me levanto, voy a la cocina y abro el frigorífico. La luz del frigorífico ilumina el techo, ilumina las arañas. No queda comida, sólo algo de vodka barato. Es algo. No puedo dormir. Me tropiezo y caigo al suelo, bajo la atenta mirada de la pequeña multitud. No puedo dormir. Vuelvo a la cama, pero no me tumbo. Decido salir a la calle y dar una vuelta hasta cansarme. Me visto y me calzo. En la calle no hay nadie; si acaso, ocasionalmente, un coche que pasa. Pierdo la cabeza. No me canso, empiezo a correr. Pasa una moto. De lejos, una ambulancia. Estúpidas ambulancias, se creen muy importantes con sus sirenas y sus letras al revés. Paso cerca de una guardería. Hay un niño mirándome. No puedo dormir. Ignoro qué hace ahí a estas horas. Dejo de mirarlo y miro al frente. El niño está ahí también, con una pelota de playa. Voy a chocar con él. A mi derecha vuelve a aparecer, pero desaparece de delante. La brisa que se cuela por debajo de la puerta mueve las telas de araña. Corro más rápido, pero me persiguen. Miro atrás, cada vez son más. Todos van con sus pelotas. Todos corren. Ninguno habla. Me levanto del suelo, ya casi me tienen. Me vuelvo a caer, y me rodean. Me miran, pero no a mí. Tienen las miradas perdidas. No puedo dormir.

3 comentarios:

Thomas Miguel dijo...

Muy bueno, me gusta. Supongo que cada cual que lo lea lo interpretará de una u otra forma.
Por supuesto yo tengo también mi interpretación.
¡Me gusta!

E dijo...

Efectivamente Thomas Miguel. Cuál es tu interpretación?

Thomas Miguel dijo...

Debido a mis esquemas preconcebidos creados por la literatura y cine, te diré que la ambulancia (su rechazo al sonido) y la aparición y visionamiento de niños es provocado por algún trauma psicológico que tiene el personaje.
¿Por qué tiene ese trauma? Eso ya es indeducible, pero si tiene que ver con algo que haya sido víctima o/y provocado.
Hete ahí mi opinión.