jueves, 31 de julio de 2008

Un suceso extraño

Nada sucedía, hasta que se escuchó una especie de trueno muy alto en el cielo. Todos los transeúntes, posiblemente todo el pueblo, miramos en la misma dirección. Un anillo de fuego se expandía, muy alto en la atmósfera, desde donde parecía haber surgido el trueno. Y nada más sucedió en los cinco próximos minutos. Fue entonces cuando una mujer se despetrificó y lanzó un chillido, señalando hacia la montaña.
Una nube, ligeramente luminiscente, del mismo color que el fuego, rodeaba el pico de la montaña, girando en torno a ésta. Todo aquello tenía algo de bíblico. La nube fue dispersándose, hasta cubrir todo el pueblo. Y ya nadie miraba en la misma dirección, cada uno miraba a algún punto del cielo, otros buscaban la explicación en la cara de los demás, sin demasiado éxito.
En cuestión de otros cinco minutos, empezó a llover de aquella nube. El agua estaba sucia, era casi negra, y los charcos igual. Nos pusimos todos a cubierto, pues, pasmados o no, a nadie le gusta que le rocíen con un líquido negro de origen desconocido.
Cuando dejó de llover, la noche aún guardaba un fenómeno más. Los charcos comenzaron a evaporarse rápidamente, y el vapor (una especie de humo negro) se elevaba al cielo, y se dirigía a la montaña. La montaña estuvo toda la noche cubierta con la nube, que ya no lucía, mientras que el resto del pueblo volvió a la normalidad. Nada, excepto un gran interrogante en nuestras mentes, atestiguaba que nada extraordinario hubiera sucedido aquella noche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se poruqe, me hiciste recordar el comienzo de Estado de Sitio de Camus...
De lo que lei x ahora tu blog es genial