domingo, 6 de julio de 2008

Pudimos vernos

Pudimos vernos aquella mañana en la calles de una ciudad extranjera, cuando pasé a tu lado mientras esperabas el autobús. Pero ni te distinguí entre los demás ni mi presencia te despistó de la concentración con la que leías el periódico.
Pudimos vernos aquel mediodía en el restaurante, cuando tú estabas a una mesa de mí. Pero los dos teníamos demasiada prisa, tiempo sólo para comer, beber y callar.
Pudimos vernos aquella tarde en el tren, cuando subimos juntos y nos sentamos en lados opuestos del vagón. Pero ambos estábamos bien acompañados. Tú de tu inseparable periódico y yo de un dolor de cabeza, por desgracia, también inseparable.
Pudimos vernos aquella noche de marcha, cuando bailamos frente a frente, si lo mío pudiera llamarse bailar. Pudimos vernos, pero los dos íbamos demasiado ciegos para ver nada.

No hay comentarios: