sábado, 11 de febrero de 2006

La niña

Abrí los ojos, escuchando unos golpes sobre un cristal. Pensé que sería la ventana; así que encendí la luz, me levanté de la cama y me asomé. Pero no había nada... Probablemente fue un producto de mi imaginación, o la prolongación de algún sueño aun estando despierto, no sé. El reloj marcaba las cuatro y media. Apagué la luz, y mis ojos se posaron en una tenue luminiscencia que brotaba del monitor de ordenador que había al otro lado de la habitación. Me dí cuenta de que la débil luz se estaba moviendo... ¿eso era normal? No lo vería con más claridad si no me acercaba. Así hice; y cuál no sería mi sorpresa, y aún más, mi terror, al observar en el monitor una cara. Una cara pálida, desfigurada, pero claramente dibujada en la pantalla. Era la cara de una niña, o eso parecía; terrorífica. Apenas tenía rasgos; sus ojos eran dos manchas negras, y su boca otra. Era como un dibujo, un retrato hecho con prisas. Y lo que quizás era más desconcertante ... estaba viva, gesticulando con unas manos que se arrastraban sobre la pantalla desde dentro. Cuando se dio cuenta de que la ví, dejó de hacer gestos, e imitó mi cara de miedo con actitud burlesca.
Poco a poco, me acerqué al monitor, haciéndole señas, para asegurarme de que me estaba viendo y de que todo aquello era real. Y el fantasma reaccionaba, siempre haciendo muecas, riéndose de mí.
Una vez había conseguido captar mi atención, la niña me pedía algo. Señalaba frenéticamente hacia su derecha. Miré, pero no ví nada. Di señales de no entender. Entonces se señaló la boca, luego las orejas, y de nuevo, impacientemente, a su derecha. Entonces comprendí que señalaba a los altavoces. Quería que encendiera los altavoces. dudé por un instante, pero su nerviosismo iba creciendo; parecía estar enfadándose.
Finalmente, dí un paso hacia delante y encendí los altavoces. No se escuchó nada. Volví a mi sitio, y la ví perpleja, congelada, con un espanto pintado en la cara. De repente, señaló a mis espaldas, abrió mucho los ojos y profirió un chillido, abriendo mucho la boca, de modo sobrenatural. Un chillido de ultratumba. Noté el miedo como una onda de choque, un miedo que me hizo salir volando hacia atrás. Caí sobre la cama, y me golpeé la cabeza contra la pared.
Unos golpes sobre el cristal me despertaron. Estaba empapado en sudor, jadeaba y la cama estaba muy deshecha. Encendí la luz, y me asomé a la ventana. Ahí no había nada. Imaginaciones ... Antes de apagar la luz, miré la hora. El reloj marcaba las cuatro y media

No hay comentarios: