jueves, 4 de diciembre de 2008

El día que me dí cuenta que había tocado fondo

La palabra me había taladrado el cráneo, y había cruzado a toda velocidad mi mente, derribando a su paso los pilares que sostenían una visión errónea del mundo...
"Deseo"

Aunque en ese momento pasaba por un gran momento, mi mundo estaba destinado a derrumbarse una y otra vez... ¿Por qué? Porque en algún lugar del camino, algo había salido terriblemente mal, y había resultado en que yo había perdido contacto con la realidad. La imagen del mundo que tenía, que servía de guía, en último término, a cómo me comportaba yo, era errónea. Era una inferencia incorrecta de la información de mis sentidos.
"Deseo" ¡Deseo!
¿Cómo podía haber siquiera sobrevivido? Y sin embargo, a mi favor habría que decir, que no fui el único en aquella clase en equivocarse. Una vez que la respuesta correcta se conocía, no cabía duda. La palabra era "deseo".
Sucedió el año pasado; clases de Introducción a la Psicología. Nos pusieron la cara de una muchacha, y la pregunta era ¿qué emoción expresa? Enfado, deseo, alegría, tristeza...
¿Mi respuesta? ¡Enfado! Era muy necesario afrontar grandes reformas personales; no se puede caer más bajo que no reconocer el deseo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Je je! (entonación estilo Nelson)

Hay que ver... alguien que no sepa reconocer una emoción merece tortura. Pero alguien que no sepa siquiera sentirla merece tortura, saqueo, quema. Pero de buen rollo.

E dijo...

Pero esa persona que no siente la emoción, no le importará la tortura, el saqueo o la quema :P