miércoles, 5 de octubre de 2005

La cripta

La llamada de una voz oscura. Puede llamar en cualquier momento, pero tiene predilección por esos en los que la mente descansa, estás solo y sin mucho que hacer. Quizás suele ser por la noche, cuando prefieres olvidar el día que ha terminado y te desconectas de este mundo indómito; cuando ya no hay peligro de que te devoren si olvidas vigilar tus espaldas.

Sigues las instrucciones de la voz. Todavía sigues conversando contigo mismo, llevas todo el día haciendolo, y aún no te has acostumbrado al silencio al que ya tienes derecho. Mientras tanto, has llegado hasta la puerta de la cripta. Todo está oscuro aquí fuera. Abres y das un paso hacia ese mundo de luz. Y entonces todas las historias invaden tu mente.

Guardas silencio y te conviertes en un espectador.



Recuerda voces del pasado, imágenes de sucesos ya lejanos en el tiempo, pero presentes en la actualidad de la memoria. Recuerda personas y lugares, lejanos en el espacio, pero presentes en su minúsculo mundo, que se extiende entre sus ojos y su nuca.

Viaja recordando viajes; sonríe recordando sonrisas; se hace más persona recordando personas.

Y al final, decide salir de nuevo.



Cierro el álbum de fotos, o la carpeta donde las guardaba en mi disco duro, y con mis recuerdos en mente, vuelvo a ser yo mismo.

Soy lo que mis recuerdos hacen de mí, y soy el fiel reflejo de los buenos y de los malos; soy el libro de mi propia historia. Mis recuerdos son la prueba de que he vivido, y me dan el derecho de seguir viviendo. Con ellos en mente, puedo parar, y descansar tranquilamente, y ganarme el derecho de vivir mañana.



Y recuerda, cuando no tengas nada, recuerda, pues aunque vivas en el presente, lo que te lleves de este mundo sera sólo lo que recuerdes.

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