domingo, 1 de octubre de 2006

El día

Me levanto de la cama. El mismo despertador de siempre, el que me ha despertado toda mi vida, cumple con su propósito una vez más, como si hoy fuera un día cualquiera. Las sábanas caen al mismo lado de la cama. Y me levando con el mismo pie de siempre. El desayuno, el vaso de leche vertido del cartón que me despertó ayer. Las tostadas, tostadas en la tostadora que no uso desde ayer a la misma hora, para el mismo fin. En la radio las noticias dicen palabra por palabra, lo mismo de siempre. Si acaso cambian los números, pero poco. Ayer murieron 53, y hubo 124 heridos, hoy son unos pocos más. Ayer costaba 0.42 $ el barril, hoy cuesta 0.43 ... Me siento en el sofá, a terminar de despertarme. Los pensamientos de siempre pululan por mi cabeza, las mismas dudas e incertidumbres, insignificantes, intrascendentes. El reloj se mueve a la misma velocidad de siempre. Finalmente marca las 7. Me levanto, como todos los días hago, del sofá y me dirijo a la puerta. La cruzo y la cierro detrás de mi, con la intención de abrirla dentro de varias horas, como cualquier otro día. Actúo como si lo fuera, pero en el fondo sé que no lo es. Porque hoy es el día en el que voy a morir.

2 comentarios:

Alana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

todos repetimos lo mismo cada mñn.. y mejor que sea así hasta el día que te mueres, porque te imaginas que te levantas y sabes que ese día te mueres? q angustia!